En este mundo de la música, que tiene tantas cosas bonitas, también es difícil no rodearte de críticas, juicios, comparaciones, miradas por encima del hombro, intereses disfrazados de cariño… y mil cosas más que quienes nos dedicamos a esto conocemos bien.
Siempre eché de menos tener un lugar seguro, un lugar donde ser libre sin miedo, lejos de toda esa energía fea que muchas veces rodea al arte. Un sitio donde poder entrenar, trabajar mi instrumento y buscar mi mejor versión, desde el amor propio, sin importarme lo más mínimo lo que opine nadie.
Llevo toda la vida trabajando mi voz, pero sentía que el enfoque tradicional no iba conmigo. Un proyecto vocal centrado en el aplauso no me hacía sentir realizada. Me alejaba de mí, de mi esencia, de mi foco interno.
Por eso materialicé CANTO: no solo como escuela, sino como un concepto. Un espacio donde artistas puedan seguir creciendo, entrenando y conectando con su voz de una forma respetuosa y honesta consigo mism@s.
¿Tienes dudas?